“Recordar que todos hemos sido alguna vez niños".
Dentro de ser padre o madre, se es
persona. El niño también lo es. Tiene sus necesidades. En ocasiones se genera
conflicto de necesidades que pueden engendrar una competición, a menudo
inconsciente. Es por ello, que a continuación se presentan algunas ideas
importantes para evitar los juegos de poder y ayudarte a ser tú mismo.
Plantéate ser feliz. Somos
modelos para nuestros hijos. Es decir, es inútil sacrificarte por ellos, si tú
no eres feliz, puesto que la felicidad es uno de los elementos primordiales en
su pleno desarrollo y ellos lo perciben.
El sacrificio y la
sobrecompensación no protegen a los pequeños, puesto que algunos padres
olvidan y no escuchan sus necesidades o emociones y se centran enteramente en
sus hijos. Lo que en ocasiones acaba perjudicando a ambos (padres e hijos), por
lo que se recomienda hallar el equilibrio y ajustar sus prioridades.
Un ejemplo, sería cuando algún
padre por cualquier circunstancia se encuentra ansioso, deprimido, angustiado o
infeliz, los niños sienten la necesidad de aliviar su malestar. De manera, que
ellos son capaces de entender por lo que están pasando, si se le explica a su
nivel. Así comprenderán porque en ocasiones, no le habla o no le mira bien. Los
padres al expresarse, se dan cuentan de que pueden cambiar su actitud, y
modificar determinados comportamientos que son molestos y en ocasiones
destructivos.
La “escucha” es vital en la
relaciones y sobre todo, cuando lo que se oye, es algo significativo. Muchos
padres se sienten desengañados, porque creen que hablan con sus hijos. Sin
embargo, es entregarse. Ellos necesitan tener la certeza de que se les oirá y
se les aceptará sin juzgar sus sentimientos. Facilitar que solucionen sus
problemas, posibilita desarrollar su autonomía. Cuando escuches, hazlo con tu
cuerpo (postura semejante a la suya) y con tu corazón, ayúdale a expresar lo
que siente. Acoge sus emociones, sus afectos sin interrumpirlos, mostrándole ternura,
para darle solidez y la confianza necesaria para afrontar su dificultad.
Comunícate con tus hijos, de lo que sientes en tu vida cotidiana, incluso evoca algo
de tu infancia para que te conozca mejor. Reflexiona que tus hijos son
enteramente personas, con una propia existencia y destino. Rodéate de fotos y
dibujos para mantener el recuerdo de tu amor por ellos. Todos los padres lo
dicen, la infancia pasa rápidamente, demasiado deprisa…
Vive y Ama