Hace años tuve una conversación con un cliente,
en el que tuvimos la oportunidad de reflejar en ese momento lo que podía
significar la vida. Hipotetizamos que podía ser como un viaje, donde cada uno/a piensa y cree que puede
realizar sus paradas. Es decir, el libre albedrío de tomar sus propias
decisiones dependiendo de sus posibilidades.
Sin embargo, se desconoce cuando llegará el trayecto final de la parada. El ser humano según sus circunstancias, puede encontrarse en algún momento con incertidumbre, inseguridad y temores, pero hay que tener en cuenta que forma parte de la vida.
Así, que se puede vivir en vilo (con miedos) o dejar que la vida te lleve, pero lo más importante y que no podemos olvidar es que esos momentos son nuestros. Es decir, nadie puede vivir por otro ser. Por ello, vivir el día a día con sentido y equilibrio hará que se disfrute y se alcance el bienestar deseado.
Sin embargo, se desconoce cuando llegará el trayecto final de la parada. El ser humano según sus circunstancias, puede encontrarse en algún momento con incertidumbre, inseguridad y temores, pero hay que tener en cuenta que forma parte de la vida.
Así, que se puede vivir en vilo (con miedos) o dejar que la vida te lleve, pero lo más importante y que no podemos olvidar es que esos momentos son nuestros. Es decir, nadie puede vivir por otro ser. Por ello, vivir el día a día con sentido y equilibrio hará que se disfrute y se alcance el bienestar deseado.
La simulación de vida como un viaje, hizo que esta persona le ayudara a entender como encontrar la senda de su camino. Anteriormente a dicho dialogo, no había sido capaz de centrarse. Le generaba los conflictos tal inquietud que pensaba que era incapaz de afrontarlos. Así que le sirvió
para que reflexionara que hacer y cuando le aparecía algún problema como poder
solucionarlo.
Para ello, pusimos nombre a los problemas de la vida (uno a uno). Reflexionando que ninguna persona
está exenta de ellos. La cuestión es ¿cómo enfocarlos para contemplarlos como
retos a solucionar y adaptarse a la vida?. Decir que los problemas no suelen llegar solos, sino que van aumentando y al no abordarse se hacen más complejos.
Así que, percibir el tren de la vida fue una manera de ayudarle a gestionar sus cuestiones encontrando respuestas. Al nacer es como
subiéramos al tren y a lo largo del trayecto realizamos paradas. Es decir,
cambios forjados por nosotros o cambios impuestos externamente, en la que nos
facilita un aprendizaje para evolucionar como individuos. Sin embargo, todo
trayecto tiene un fin por destino y cuando dejamos de existir nos bajamos para
siempre.
Si consideramos nuestra vida como un tren y
cada uno es dueño de llevar las riendas de su caminar. La incógnita puede
encontrarse:
¿Qué parada deseamos bajar?
¿Para qué?
¿Cómo?
¡Aquí! Nos podemos
plantear el sentido de la vida.
¿Qué es lo que puedo hacer y esperar de ella?
También podemos preguntarnos ¿Somos capaces de
bajar del tren cuando deseamos o estamos predestinados a continuar ante algunas
paradas concretas? Es posible, encontrar diversidad de respuestas. Algunas
de ellas, pueden revelarnos a personas que se dejen arrastrar por su destino, y
se dejan llevar. Otras, al contrario, se empoderan para controlar sus acciones
a la hora de actuar y tomar decisiones que hará que sus vidas tengan un rumbo
diferente.
Entonces…
¿Se encuentra en nuestras manos
realizar aquellas actitudes y comportamientos que nos dirijan a lo que
deseamos?
¿Estamos preparados para afrontar las
dificultades o los problemas como retos a solucionar?
Si recordamos que sólo tenemos una oportunidad de
existencia humana, deberíamos plantearnos como deseamos vivirla...
Vive y Ama